En nuestra habitación no había una cerradura hacia el cuarto contiguo, lo que implicó desconcierto e inseguridad por nuestra parte durante toda la noche, ya que la otra habitación estaba ocupada. Cuando fuimos a la recepción después de cenar, ya no había nadie que nos pudiera ayudar. Asimismo, tampoco se nos ofreció ningún tipo de ayuda a través del servicio de WhatsApp, ya que nuestros mensajes fueron ignorados.
Lo más indignante de todo fue que, a la mañana siguiente, se insinúa con desfachatez que habíamos sido nosotros quienes rompimos y quitamos la cerradura. Por la mañana, el joven de recepción mostró cero compasión, puesto que ni nos dio explicaciones, ni ofreció una compensación razonable para solucionar este desagradable hecho.
Hasta el día de hoy, nunca recibimos una respuesta coherente, ni disculpas por parte del hotel.
Después de las 20h ya no se consigue nada de comer o beber, no hay ni restaurante ni bar abierto. No se puede comprar ni una botella de agua.