El hotel está en el acceso a Potrerillos, muy cerca de la ruta 7, y tiene una vista magnífica y privilegiada del embalse, sumado a sus árboles y viñedo. La decoración es muy linda y el ambiente muy cuidado. Las habitaciones muy lindas, con camas muy cómodas y amplias, excelente wifi y agua caliente. Tiene espacios comunes amplios, pérgolas con sillones al aire libre, pileta, seguridad, espacio de estacionamiento, minigolf, canchas y juegos para niños. Todo esto hace que se gane la puntuación.
La atención es muy cordial, si bien en el restaurante es muy lenta y hay que insistir para que te atiendan la mesa. La comida es deliciosa y de primera calidad.
Los puntos débiles, además del ya mencionado: la ducha está mal contenida y moja el piso de todo el baño, lo que resulta muy incómodo. La limpieza no es impecable, encontré pelos en la almohada y polvo en los rincones. A la madrugada se oía gente riéndose a las carcajadas, por lo que sería conveniente que trascurrido cierto horario, pidan a los que ocupen espacios comunes que no levanten tanto el tono.